Luego de realizar un análisis del tamaño e impacto potencial en la economía (PIB y empleo) y la competitividad del país en cada uno de ellos, en función de la disponibilidad y costo de los insumos críticos y los costos logísticos, y sin incluir aún las nuevas industrias potenciales fueron identificados un grupo de 13 productos de alto potencial que deberían ser focalizados en términos de las políticas públicas necesarias para impulsar su desarrollo. En conjunto, tienen un potencial de generar exportaciones adicionales por USD 8.500 millones, aumentar el PIB en un 21% y la creación de unos 750 mil empleos nuevos en los próximos 10 años. Los productos son carne porcina, carnes conservadas, carne aviar, embutidos, muebles de madera, ropa interior, colchas, productos de hierro a base de chatarra, productos de aluminio, cables eléctricos, alimentos de cereales, productos de panadería y pastas. Para cada producto, están identificados los mercados potenciales y las debilidades que requieren una política pública para superarlos, ya sea en términos de logística, en temas regulatorios, de financiamiento, a mercados, inversionistas, etc. La iniciativa llega en un momento muy oportuno, ya que el desarrollo productivo de nuestro país necesita un nuevo impulso.
Pero, como siempre, el éxito dependerá de la implementación y su persistencia en el tiempo. Por su relevancia, se generarán conflictos de liderazgo, de competencia interinstitucional, de disputas de poder, etc., que si no se dejan de lado para anteponer el interés nacional, pueden llevar a que termine en nada. Además, debe perdurar a los cambios de autoridades que periódicamente ocurren en un sistema democrático. Para ello, lo ideal sería que esta estrategia se convierta en un Plan de Competitividad y Crecimiento y sea incorporada al Plan Nacional de Desarrollo, de tal manera que las políticas públicas integrantes sean prioritarias, y con la responsabilidad del MIC en su implementación, difusión y seguimiento y buscar el compromiso de todo el liderazgo intermedio del sector público. Por otro lado, un plan de estas características requiere una participación activa del sector privado y una alta dosis de coordinación público–privada, para lo cual podría crearse un Consejo de Competitividad y Crecimiento integrado por autoridades y representantes de los principales gremios empresariales.